Vesania

martes, 13 de noviembre de 2007



Que levante la mano
el silencio que quedó escondido en el prado.

Lo que oí de niño
todo está grabado
por mi padre en mi corazón.

Que levanten la voz
los recuerdos celestes de un día doblado.

Tatuando el silencio de un solo disparo
Los besos inventados
todos de costado
Y de pronto me hallé... dislocado.

En las espaldas del mar
tu voz disolvía todos los espejos.

La verde llovizna no se cansaba
de escribir tu nombre
En un desierto sin alas
ciego de arena y sin ventanas.

Y tiene la palabra aquella sonrisa que ayer silenció
su alegría bondadosa.

Y tiene la palabra aquella mirada que ayer se durmió
y que hoy despertó legañosa.


Los ojos de la tarde
me dijeron que Rodrigo estuvo enojado.

Y que Ubiergo a contemplado
muy intrigado
que yo estoy aquí algo zafado.

Un corazón tendido al sol
en esa playa lejana, naranja y despierta

Donde Victor Manuel me decía
sin ninguna duda
que ya estoy aquí muy desquiciado.

De cartones y piedras
sentía mi cuerpo que se convertía.

Y Serrat me decía
con todo respeto
que perdí la razón por completo.

Y tiene la palabra aquella mirada que resucitó
y que hoy caminó temblorosa.

Y tiene la palabra el aroma dormido que se despertó
y que hoy bostezó otra cosa.


Una mujer sin sombrero
me dijo que el tiempo se había esfumado.

Que los poros de mis ojos se habían nublado.

Y el gran Silvio decía
con ésa su pausa
ese nosocomio ya está resignado.

La inocencia primaria de Dios
Juraba que el diablo no fue a su velorio.

Y atado de brasos y un nuevo envoltorio.

El Raez me decía
tras unos sedantes y un vomitivo
serás mi vecino en el Sanatorio.

Es un proceso largo, ya ven
que a veces se vuelve indiagnosticable.

En un horizonte de vidrio y quimeras.

La locura está presa
entre estas mis venas
y en este amor irremediable

en esta locura que aún tu no sabes.

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